En cada una de estas charlas de 5
minutos hay generalmente un aspecto relacionado con la prevención de accidentes
que trato de recalcarles. Si logramos dejar que influyan sobre nuestro modo de
actuar, reduciremos a un mínimo, donde trabajemos, el número de lesiones
incapacitantes.
Hoy quiero hablarles sobre la
ropa protectora y los equipos que se diseñan para nuestro uso personal.
Empezaré por decirles que el no usarlos, o el abusar de ellos, es una de las
razones por la que los trabajadores siguen sufriendo toda clase de lesiones
incapacitantes que podrían evitarse sencillamente siguiendo unas reglas
básicas.
Aunque no podamos decir que estos
accidentes son debido totalmente al descuido, esta afirmación se acerca mucho a
la realidad. A veces, sin embargo, son consecuencia directa de la ignorancia.
Es una forma de descuido que condenaríamos seguramente si lo viéramos en
cualquier persona, pero no lo hacemos cuando lo vemos en nosotros mismos.
Si cualquiera de nosotros tuviera
que salir a caminar en medio de una tormenta de una noche fría de invierno, nos
abrigaríamos con la ropa más apropiada. Nos prepararíamos para esa situación.
Aquí, en nuestros departamentos, diariamente nos enfrentamos a muchos peligros
y sin embargo no usamos la ropa adecuada para protegernos. Todos ustedes
conocen su trabajo y saben lo que necesitan para protegerse en el desempeño del
mismo. Todos saben que en trabajos donde hay partículas voladoras es necesario
protegerse con anteojos protectores. Donde se manejan objetos pesados es
necesario llevar zapatos con punteras de acero. Un soldador eléctrico tienen
que llevar un casco equipado con un vidrio oscuro para proteger sus ojos de las
luces cegadoras y de las chispas de los arcos eléctricos, si quiere evitar las
lesiones en las que incurren los trabajadores que no llevan la protección
necesaria.
Nuestra ropa protectora puede ser
simplemente guantes para proteger nuestras manos, botas de goma, un traje de
amianto, un cinturón de seguridad o cualquier otro de los muchos equipos de
protección que existen, depende de la necesidad.
Supongamos que hiciéramos un
inventario de todas las protecciones que habitualmente llevan los trabajadores
que realmente las necesitan. ¿Cuántos de ustedes pensarían que esa ropa
protectora es peligrosa? Seguramente ninguno, y en cambio muchos de ustedes
actúan como si así lo fuera, y trabajan sin valerse de la protección que
ofrecen.
Yo no estoy aquí representando a
un fabricante de ropa de protección o tratando de venderles nada. Estoy aquí
simplemente para decirles que paga el estar preparados. Paga porque las
estadísticas demuestran que los trabajadores que llevan habitualmente
protección sufren muchas menos lesiones que los que no la llevan.
Sabemos que cuando una regla
dicta que en un trabajo se lleven anteojos de protección, ese requerimiento es
para nuestra protección, ese requerimiento es para nuestra protección y para la
protección del departamento. En cambio nos olvidamos muchas veces y dejamos los
anteojos en el armario o descansando sobre nuestra frente y no sobre nuestros
ojos.
El hecho de que no les insista
continuamente en que los usen, no es una señal de que no se los aconsejo.
Simplemente lo hago porque no quiero estar encima de ustedes continuamente y
quiero dejarles a su propia iniciativa. Nosotros asumimos, muchas veces,
erróneamente, que el interés en su protección los conducirá a protegerse con
los equipos de protección que necesitan.
Quiero pedirles que cada uno de
ustedes piense detenidamente sobre los riegos a que se exponen diariamente. A
continuación repasen los artículos de que disponen y vean si no hay algo,
alguna ropa, algún equipo protector, que podría estar usando para protegerse
contra ese peligro.
Fuente Externa
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