Cuando hay un accidente (ya sea
la muerte de un hombre o que la señora rompe un plato) siempre alguien
pregunta: “¿cómo sucedió?”
La respuesta será invariablemente
la misma: no fue casual. Alguien o
varias personas causaron el
accidente.
Los accidentes no son casuales.
Siempre son causados, y la causa es casi siempre que alguna persona o personas
fallaron en su tarea en alguna parte. Supongamos que usted se cae en las
escaleras de su propia casa y se rompe una pierna. Esto no es una casualidad.
No había ningún diablito esperándola allí para hacerle una mala jugada. Algo lo
hizo caer y ese algo fue el resultado de la acción de alguna persona o la falta
de alguna persona en actuar cuando debía haberlo hecho.
Lo probable es que la caída se
deba a su propia falta. Tal vez usted tenía prisa y bajó las escaleras más rápido
de lo que debía. Tal vez se había tomado algunas cervezas. Tal vez trato de
llevar un bulto voluminoso que le hizo perder el equilibrio. Tal vez su vista
es defectuosa y no se preocupó por ponerse anteojos.
Pero tal vez alguien hizo algo
para causar el accidente. Es posible que uno de los niños olvidara sus patines
o la señora dejara un balde. Tal vez la alfombra estuviese rota o enrollada o
estaba oscuro y usted no se molestó en encender la luz.
O probablemente usted hubiese
empezado a subir cuando alguien bajaba a toda velocidad y el choque lo hubiera
hecho perder el equilibrio. Puede ser también que las escaleras se hubiesen
desplomado por estar mal construidas. Y tantas cosas.
Pero en realidad, si usted se
cayó y se quebró una pierna, lo más probable es que esto sea una combinación de
varias de estas cosas. Es posible que usted hubiera estado de prisa, no viera
el patín olvidado por el niño y al agacharse a la baranda rota esta cedió y le
hubiera permitido caerse.
Esto es igualmente cierto de los
accidentes en el trabajo. Todo accidente es causado por alguien y muchos de los
accidentes son causados por combinación de fallas humanas.
Voy a dar un ejemplo de lo que
ocurre con un fuego, aunque pudiera aducir igualmente buenos ejemplos en la
operación de maquinarias, manejo de materiales, uso de escaleras, o cualquier
otra situación de trabajo. Suponiendo que dejamos caer un fósforo prendido al
piso, si el piso está limpio de elementos combustibles, no pasará nada, pero si
estuviera con elementos combustibles, la realidad sería otra.
De manera que si un fuego
comienza, ¿qué lo ha causado? La persona que descuidadamente tiró el fósforo
encendido o fueron las personas que dejaron el material combustible tirado por
ahí en lugar de limpiarlo. La respuesta por supuesto es que ambas partes
causaron el fuego. Fue una combinación de causas.
De esta manera ocurren la mayoría
de los accidentes. Sabemos que se pueden violar las reglas de seguridad muchas
veces sin que se causen accidentes. Pero cuando se viola una situación en la
cual concurren las otras partes de la combinación, todo está listo, esperando
convertir ese acto suyo en un desastre.
La cosa es simple. No todo acto
peligroso produce un accidente. Pero ningún accidente se produce a menos que se
halla cometido uno o varios actos peligrosos.
Algunas veces nos engañamos
pensando: “bueno… todo está bien, de tal manera debo dejar la precaución a un
lado sin que se produzca un accidente”.
Este modo de pensar es justamente
lo que produce todas las fatalidades de que oímos hablar. Por ejemplo, una persona cree que un revolver que
no tiene balas y piensa que se pueda violar las reglas de seguridad. Puede
apuntar el revólver a un amigo y apretar el gatillo, por naturalmente un
revólver descargado no ha matado a nadie. Pero en algún momento que se
equivoque con respecto a la carga, es entonces cuando hay que recordar la frase
que dice “nunca apuntes con un revólver a cualquier cosa que no quieras matar”.
En su trabajo diario, usted sabe
la forma correcta de desempeñar su oficio. Recuerden, pues, que si ustedes lo
hacen siempre así, nunca serán las personas que causen un accidente.
Tomado
de CUCHE CORP